´Es el vivo retrato de su padre´, o ´Cada vez tiene gestos mas parecidos a los de la madre´, son frases que utilizamos habitualmente cuando nos referimos a nuestros hijos o a hijos de conocidos, en la medida que identificamos sus rasgos, sus gestos, su manera de hablar o de moverse, con la de sus padres o la de sus abuelos. En otras oportunidades nos sorprendemos descubriendo en nuestro interlocutor, actitudes que nos recuerdan a aquel viejo amigo y confirmamos que no cabe duda que se trata de su hijo.
Es muy probable que usted tenga en su casa, en algún cajón o en los bolsillos, una o varias llaves viejas, de diferentes formas, tamaños, marcas y estilos, algunas muy viejas, otras modernas y actuales, pero absolutamente todas comparten un destino común: durante mucho tiempo sirvieron para poner a resguardo de miradas indiscretas nuestros secretos, nuestra intimidad y algunos misterios. Fíjese bien... esa llave vieja, que aún guarda, encierra alguna historia de su vida, triste o hermosa como todas las historias, pero profundamente suya. Téngala por unos instantes en su mano, sienta su peso, su temperatura, su consistencia y comience a recordar. Es muy posible que sea transportado a un mundo totalmente diferente al actual, pero esa llave, mas allá de la puerta que infinidad de veces abrió, ahora le abre un mundo completo de recuerdos.
Poco a poco, la humanidad está comprendiendo que el conocimiento astrológico, fundamentalmente aquel que se hereda desde el comienzo de los tiempos, a través de mitos, creencias, y realidades comprobadas, presenta una verdad contundente a la hora en que es necesario aplicarlo a los problemas cotidianos de los seres humanos, a sus necesidades y a la solución de sus anhelos. Es así como la ciencia médica recurre a aquellas técnicas que la astrología utiliza desde hace milenios, para paliar algunas de las necesidades mas acuciantes de la humanidad. Cuando ciencia ortodoxa y astrología se dan la mano para lograr un objetivo común, de ninguna manera podemos decir que se trata de algo novedoso y que debería sorprendernos, ya que este encuentro solo es una reconciliación, postergada por cientos de años, pero vigente desde los inicios de la misma astrología. En la antigüedad, astrología y medicina eran una sola disciplina, volcada al servicio de los hombres para paliar su sufrimiento. La medicina buscaba a través de la posición de los planetas el mejor momento para realizar una determinada intervención. Es así como aún se mantiene la tradición de no realizar una operación sobre el órgano regido por el signo por el que la luna está pasando en ese momento, para no producir hemorragias o complicaciones. Muchos médicos tienen en cuenta este paso lunar, aunque públicamente no lo reconozcan.
Pronósticos, predicciones, profecías... el mundo se nutre de estos elementos ya que son, muchas veces, los que les ponen sal a la vida, los que nos sorprenden en medio de la racionalidad para alertarnos sobre la presencia vigente y siempre actual de lo sobrenatural... o casi. Unos y otros muchas veces se confunden, a pesar de que señalan realidades distintas. Los racionalistas se niegan a adjudicarle a este tipo de fenómenos connotaciones mágicas y ensayan miles de argumentos ´científicos´ para justificar la sorpresa que le causa a muchos el acierto, por ejemplo, de un vidente.
Charubel fue el seudónimo de un monje y vidente inglés nacido en el año 1826. Su don profético le permitió atribuir a cada grado zodiacal una frase, representativa de una visión, que luego podría ser aplicada para la interpretación simbólica de un tema natal o para aplicar a eventos o hechos que dependan de la interpretación de algún elemento zodiaca. Para su correcta utilización se debe tener en cuenta lo siguiente: en el caso de que un planeta, por ejemplo la luna, se encuentre en el grado 23°15´ de un signo, en la tabla de Charubel, se deberá consultar el grado 24, es decir.. siempre se deberá redondear hacia arriba, aunque nunca estará demás consultar también el grado anterior. Recopilacion: Néstor Echarte