Por Néstor Echarte
Cuando en los comienzos de 1975 ingresé por primera vez en las aulas de Centro Astrológico de Buenos Aires para comenzar formalmente mis estudios de astrología, traía como hándicap el hecho de haber aprendido por mis propios medios a levantar correctamente una carta natal. Ese Universo desconocido, ese monstruo oculto y desalentador de la formación astrológica que consistía en comenzar a remontar algunos viejos conceptos matemáticos, adquiridos durante el paso por la escuela primaria, sumados a una básica y elemental incorporación de conocimientos astronómicos, ya no eran un misterio, dada esa supuesta facilidad matemática con que para el resto de la gente yo venía dotado.
Visto a la distancia debo confesar que no era facilidad, sino un alarde de esfuerzos y de constancia, por el solo hecho de estar empecinado en la tarea de desentrañar un esquema de conocimientos que, en ese entonces, excedía mis propias capacidades, sobre todo cuando era muy difícil encontrar libros y material que pudieran abordar la formación astrológica de una manera sistemática y criteriosa, y mucho más complejo, aún, encontrar un lugar dedicado a la enseñanza de una disciplina tan diferente y lejana a las aspiraciones medias de cualquier estudiante. Solo un demente, un loco, un desquiciado o alguien con notorias inclinaciones de estar por fuera del sistema podía tomar con seriedad el estudio de la astrología.
Por Néstor Echarte
De la mano de la facilidad que los programas de cálculo astrológico aportan a los usuarios, aparecen también algunos errores conceptuales incomprensibles, que denotan un absoluto desconocimiento del fundamento astronómico que sustenta el enorme edificio de la astrología.
Me refiero en este caso, a la marcada tendencia de convertir los resultados ascensionales de una carta natal, luego de haber completado el cálculo del denominado “speculum” , en posiciones de un supuesto zodíaco ascensional en las que se menciona la posición de los planetas con grado y signo, desconociendo que el sistema ascensional se sustenta en el sistema de casas y que los resultados obtenidos como “ascensiones oblicuas” muy lejos se encuentran de ser posiciones zodiacales.
He visto como muchos programas astrológicos, tanto los que se encuentran instalados en las computadoras de usuarios individuales, como versiones de cálculo a través de la web, consignan como resultado final del “Speculum” posiciones por grado y signo de lo que debiera ser sólo un valor de arco, sin la mención del signo y con valores absolutos entre 0° y 360°
por Néstor Echarte
Siempre me llamó la atención el hecho de que los signos o grafismos de dos de los símbolos más importantes de la astrología, como lo son Venus y Marte hayan terminado expuestos en la puerta de un baño de bar o de estación, como indicativo del sexo que está habilitado para ingresar al mismo.
Nada más primitivo y degradante, terminar así, para símbolos que forman parte del cuerpo de conocimiento de una de las disciplinas más integradoras y definitorias de la naturaleza humana como lo es la astrología. Circunstancia a la que por lo menos habría que definir como una falta de respeto hacia la seriedad que le deberíamos propiciar a nuestra “querida y venerable ciencia” tal como la definía, años atrás, el profesor Spicasc.
Por Néstor Echarte.
Este 6 de noviembre de 2018 todas las posiciones radicales dracónicas alcanzan el trígono exacto con todas la posiciones radicales trópicas. Esto surge de la comparación de ambas cartas (la dracónica con la trópica), producto de la llegada del Nodo Norte (origen del sistema dracónico) al 0° del signo de Leo.