La Divina Proporción, o Razón Áurea como, artífice de los grados de exaltación de los planetas

La Divina Proporción, o Razón Áurea como, artífice de los grados de exaltación de los planetas


La exaltación de un planeta forma parte de lo que en astrología se denomina “dignidades planetarias” que no es ni más ni menos que una manera de evaluar la fuerza y calidad de cada uno de los planetas con los que los astrólogos construimos nuestras cartas natales.

Un planeta en exaltación indica que el mismo se encuentra en un signo donde sus cualidades se expresan de forma favorable, como mucha fuerza, con vitalidad, enérgico. Pero a diferencia de lo que se denomina regencia, el planeta no dispone, allí, del signo. Es decir que no lo maneja, no lo rige, no influye sobre otros elementos que se encuentran en el signo en el cual, él, está presente, por lo que su energía solo se manifiesta con intensidad cuando ocupa el signo en el cual se supone que está exaltado.

Podemos afirmar, y recurriendo a frases ya hechas, que el origen de las exaltaciones “se pierde en la noche de los tiempos”, definición que nos permite hablar con con cierta solvencia de algo que en realidad desconocemos, o por lo menos, que su origen es milenario pero que no lo tenemos asumido al mismo con claridad.

Existen algunas definiciones sobre la naturaleza de las exaltaciones que gozan de gran aceptación, nos hablan de la fuerza planetaria y su asociación con los signos, en muchos casos se analiza esta visión desde los aspectos que forman entre sí a través de los signos en los cuales se exaltan. 

Convengamos que todas estas formas de justificación pueden tener algún rasgo de validez, pero esas razones comienzan a complicarse cuando intentamos analizar a las mismas, ya no desde el signo de la exaltación, sino a partir del grado zodiacal en el que cada planeta se exalta.

El siguiente gráfico nos muestra, no solo los signos en los que se exalta cada planeta, sino el grado zodiacal al cual la tradición astrológica le adjudica el lugar exacto, con mayor importancia e impacto al momento de definir la fuerza del mismo.

Muchos investigadores asocian esas exaltaciones a la conjunción que estos grados zodiacales tenían con algunas estrellas fijas que por su naturaleza le otorgaban un mayor poder a dichos planetas, pero esas teorías han quedado desactualizadas merced al desplazamiento que dichas estrellas han tenido debido al movimiento de precesión.

Lo mismo ocurre con quienes sostienen que las exaltaciones están tomadas de los puntos donde los planetas tienen sus perihelios, es decir en aquellos lugares de su órbita más cercanos del Sol, pero también este criterio se encuentra desactualizado debido al desplazamiento que estos puntos realizan a través de todo el zodíaco. Esos perihelios tienen ahora lugares totalmente distintos a los de los grados de exaltación. De cualquier manera y vistos desde otro lugar estos puntos son importantes a la hora de definir lo que podría entenderse como indicadores del proceso de evolución de cada individuo, debido a que cuando un planeta se encuentra en sus propios ápsides está en una situación “más celeste” o “más terrestre” (según sea apogeo o perigeo), es decir, más desapegada de las pasiones terrenales, o más cercana a las mismas. (al respecto puede leer una nota que ilustra al respecto en https://bit.ly/apogeo_perigeo)

¿Cuál es, entonces, la regla que define la utilización de estos grados zodiacales como puntos clave de exaltación de los planetas sin recurrir a teorías que por su relatividad en cuanto al momento de ser utilizadas, ponen en jaque la credibilidad de dichos conceptos habilitando la creencia de que las exaltaciones son materia de discusión y que se pueden adjudicar en forma caprichosa según la percepción que uno puede tener de las mismas. Debe quedar claro, que para romper las reglas, primero hay que conocerlas.

Intentaremos demostrar la manera en que esos grados de exaltación zodiacal, ya precisamente definidos permanecen intactos y sin haber perdido sus respectivas ubicaciones, si comprendemos que los mismos fueron definidos mediante la aplicación de la denominada proporción áurea, o número de oro, a la relación que dichos grados zodiacales mantienen entre sí, dentro de la rueda zodiacal.

El camino de la “divina proporción” en la definición de los grados de exaltación

Para ello deberemos remontarnos a la época de el matemático y geómetra griego Euclides (alrededor de 300 años AC ), cuyos aportes a la geometría y a la matemática sentaron las bases de muchos de los conceptos actuales. 

 

Entre otros importantes aportes a las ciencias matemáticas Euclides define lo que denomina “sección áurea”, “razón áurea” o “divina proporción” la que luego nos permite encontrar un número irracional denominado “número áureo”, “número de oro” o “número de Dios”

Entre las propiedades más importantes de esta proporción se puede apreciar que la misma se encuentra inscripta en cientos de ejemplos y lugares de la naturaleza, en la que la misma se repite en forma indefinida, siendo adoptada luego por publicistas, artistas, arquitectos, médicos, músicos y astrólogos también. Se trata de repetir esta proporción que según muchos, sostiene el órden natural llevándola a los asuntos cotidianos o que consideramos importantes en nuestra vida, sobre todo en aquellas actividades que representan un hecho creativo, como la música y la pintura, o también donde estos hechos creativos se confunden con la matemática y la racionalidad, como en el caso de la arquitectura y el diseño de edificios y de los enormes monumentos que hemos heredado del pasado. Digamos que esto que denominamos propiedades son la manifestación clara y contundente de la presencia de esta proporción en la vida cotidiana y en la naturaleza.

Pero también están las propiedades matemáticas de la misma, aquellas que la justifican desde la aritmética y desde la geometría.

La expresión Matemática o Pitagórica de la Proporción Áurea es la siguiente:

 

 

Este número es representativo de la proporción entre dos segmentos de una recta, es decir, que se trata de una construcción geométrica. A partir de esa recta, el número se encuentra en otras tantas figuras geométricas, pero lo más asombroso es que se encuentra en la naturaleza, en las distintas relaciones que las hojas de los árboles, algunas plantas, flores, y hasta en algunos animales e insectos. Entre sus propiedades aritméticas encontramos que tanto el cuadrado de este número (Φ2 = 2,61803398874988...) como su inverso (1/Φ = 0,61803398874988...) tienen las mismas e infinitas cifras decimales.

La proporción áurea surge de la relación entre un segmento “a” y un segmento “b”. El segmento "a” es más extenso que el segmento “b”, mientras que la longitud total de la recta es, al segmento “a”, como el segmento “a” es al segmento “b”. Al colocar la proporción áurea en una expresión algebraica, se obtiene la siguiente ecuación:

 

(a + b) / a = a / b. El número áureo, que se lo menciona con la letra griega phi, es el resultado de la división entre a y b.

Si buscamos ejemplos relacionados con la expresión “proporción áurea” encontraremos cientos de ellos, tanto geométricos como en la naturaleza, que responden a dicha expresión.

 

Se denomina espiral de oro a una representación gráfica obtenida mediante el trazado de rectángulos que se unen desde sus vértices en una espiral ascendente cuyo crecimiento y desarrollo se produce al multiplicar desde un comienzo cada segmento por la constante 1.61803398874988, encontrándose esta proporción en forma muy frecuente en la naturaleza. Para los entendidos esto significa la percepción de una imagen que tiene armonía. Tal vez esto podría ser subjetivo, pero quienes entienden de arte así lo aseguran.

Si consideramos a la recta como una unidad y aplicamos sobre ella esta proporción, nos encontraremos con dos valores. Uno representativo del segmento más largo, y el otro representativo del segmento más corto.



Aplicando Quintiles y sus aspectos derivados, y la proporción áurea en la búsqueda de los grados de exaltación

Habiendo planteado ya lo que esta proporción significa, nos quedamos para nuestro trabajo relacionado con la búsqueda de las exaltaciones planetarias, con los dos valores proporcionales, que sumados, nos dan 1 (o 100%, como más desee) como representación de un segmento: El segmento mayor, igual a 0.618 (61.8%) y el segmento menor, igual a 0.382 (38.2%) - Son estos los valores que aplicaremos sobre el zodíaco trópico para encontrar los grados de exaltación de cada uno de los 7 planetas tradicionales.

La primera búsqueda corresponde al Sol, el cual sabemos se exalta en los 19° del signo de Aries. ¿Pero cómo llegamos a obtener este valor?

Si particionamos los 30 grados del primer signo zodiacal, es decir Aries, obtendremos dos valores diferentes, según cuál de los dos valores de la proporción tomemos en cuenta para este primer cálculo.

- 30° Aries x 0.618 = 18°32´ Aries - Son 19 grados para la sección mayor.

- 30° Aries x 0.382 = 11°27´ Aries - Son 11 grados para la sección menor

 

A diferencia de la astrología hindú, que toma la exaltación del Sol en los 10° de Aries, coincidiendo esta elección como grado de exaltación, a la correspondiente a la sección menor de la proporción de oro, la astrología occidental toma la opción que corresponde al segmento más largo, o sea 19° de Aries como el lugar que corresponde sitio más apropiado para exaltar la naturaleza solar.

Existe también otra forma de llegar a este mismo valor, calculando la raíz cuadrada de los 360° del círculo zodiacal, lo que nos da una posición para la exaltación del sol de 18°58´ Aries - De allí que se tome el redondeo de 19° de Aries como punto de exaltación del Sol.

El siguiente paso es el de establecer que el mismo criterio de aplicación de la proporción áurea se aplica también para las exaltaciones de la Luna y de Venus

Sabemos que la Luna se encuentra exaltada en 3° de Tauro, exactamente a la derecha del Sol, lugar que le correspondería a la esposa del mismo, obviamente con el recorrido más cercano, mientras que Venus en 27° de Piscis, se encuentra a la izquierda del soberano, con el trayecto más largo de la proporción, relegada a un papel secundario. Luna y Venus están ambos separados por una distancia de 36° de arco, la décima parte del círculo zodiacal y exactamente la mitad del aspecto de Quintil, el cual, basado en el número 5 o número del hombre (360° / 5 = 72°) veremos presente en muchos momentos del análisis que estamos llevando adelante.

La estrella de 5 puntas, representativa de los valores humanos, por su relación con el número 5, se construye mediante la utilización de aspectos astrológicos de quintiles (72°), Bi Quintiles (144°) y Semi Quintiles (36°).

Por lo tanto volvemos a calcular esas proporciones con el siguiente procedimiento:

- 36° x 0.618 = 22° - Restados del 19° Aries = 27° Piscis (Exaltación Venus)

- 36° x 0.382 = 14° - Sumados a 19° Aries = 3° Tauro (Exaltación Luna)

Al analizar la exaltación de Júpiter, podemos comenzar por lugares diferentes, y en todos los casos encontramos relaciones vinculadas a la proporción áurea o a la utilización del aspecto de Quintil (72°)

Al establecer los antiguos astrólogos la exaltación de Júpiter en los 15° de Cáncer no lo hicieron caprichosamente, sino a través de un criterio esotérico previamente determinado. 

Júpiter tiene su grado de exaltación exactamente a 72° (en aspecto de Quintil) de distancia del grado de exaltación de la Luna en 3° de Tauro. Siendo a la vez la Luna su dispositor. Es decir que la Luna dispone de Júpiter bajo un aspecto de Quintil.

Con respecto a las exaltaciones de Mercurio y de Saturno, las mismas están asociadas en primer lugar al Sol en función de su relación con aspectos astrológicos, y luego vuelven a cumplir el criterio de la proporción áurea junto al ya definido grado de exaltación de Júpiter en los 15 grados de Cáncer.

Los aspectos astrológicos que vinculan al Sol con la otra figura que cumple las con las leyes de la proporción áurea, consisten en un Bi Quintil con Mercurio (de hecho el planeta con la órbita más cercana al astro central. Mercurio tiene su grado de exaltación en los 13° de Virgo. Luego el Sol, primero de los astros que se tuvo en cuenta para explicar el sistema de exaltaciones, tiene su grado de exaltación en exacta oposición con el grado de exaltación de Saturno, último de los planetas tradicionales considerados en este esquema, por lo que su grado de exaltación se encuentra en los 19° de Libra.

Una vez puestos estos planetas en sus respectivos grados de exaltación, comprobamos nuevamente que se cumple el criterio de la proporción áurea. La distancia entre Júpiter y Saturno es de 94° de arco.

- 94° x 0.618 = 58° - Sumados desde 15° Cáncer = 13° Virgo (Exaltación Mercurio)

- 94° x 0.382 = 36° - Sumados a 13° Virgo = 19° Libra (Exaltación Saturno)

Solo nos resta ubicar en este esquema al belicoso e iracundo planeta Marte del que sabemos se exalta en 29° del signo de Capricornio.

Por cuarta vez en este esquema vuelve a confirmarse la validez de la proporción áurea en la determinación de las exaltaciones, en este caso, en la relación que Marte tiene con Venus y con la Luna. Son estos tres planetas quienes establecen nuevamente un vínculo a partir de esta proporción.

La distancia entre Marte y la Luna es de 94°. Exactamente la misma distancia que establece Júpiter con Saturno para el cálculo de esta proporción:

- 94° x 0.618 = 58° - Sumados desde 29° Capricornio = 27° Piscos (Exaltación Venus)

- 94° x 0.382 = 36° - Sumados a 27° Piscis = 3° Tauro (Exaltación Luna)

Debemos tener en cuenta que existen muchos antecedentes, en astrología, sobre la utilización de esta proporción, sobre todo en la aplicación de técnicas predictivas sobre las cartas natales.

Recordamos en ese sentido, un interesante trabajo de investigación realizado por el astrólogo Miguel Kamenetzky (Direcciones Pitagóricas: https://bit.ly/pitagoricas) quien llega al valor del segmento “b” interpretando el razonamiento que vincula a la cita del Apocalipsis con el número del hombre:

En su trabajo de investigación Miguel Kamenetzky utiliza ambos valores proporcionales en los que se divide una recta (0.382 y 0.618) como clave simbólica en el cálculo de direcciones, obteniendo con ellos dos fechas diferentes para una misma dirección según sea el valor aplicado. Da ejemplos, también, sobre la utilización de este mismo método en la tarea de rectificación de la hora de nacimiento, con muy buenos resultados a la hohra de interpretar las cartas natales con ese método rectificadas.

También encontramos que la utilización de la proporción áurea se encuentra presente en la teoría astrológica de los armónicos. No del todo comprendida, y tampoco masivamente utilizada por el colectivo astrológico, pero con representantes y cultores de este método que lo comprenden y utilizan con buenos resultados. En general cuando se obtiene un armónico de una carta natal, su cálculo se realiza (o realizaba) sobre números enteros. Luego se amplió el criterio utilizando números decimales y en algunos casos como el número áureo, números irracionales. Por lo que es posible realizar una proyección del armónico de una carta natal sobre el valor del número áureo, dándole a la carta así obtenida una significación kármica, evolutiva o espiritual. Por supuesto que no quedan fuera de esta práctica a quienes experimentan con el número PI y con el número E.

Es curioso también que los aspectos astrológicos observados en la distribución de los grados de exaltación, sean Quintiles, Bi Quintiles y Semi Quintiles, (todos derivaciones del número 5, el cual tiene connotaciones netamente esotéricas y espirituales) y que cuando calculamos el Armónico 5 de una carta natal, los Quintiles que pudiera llegar a tener se convierten en conjunciones.

No deja de ser fascinante encontrar estas relaciones entre puntos importantes de la astrología, que habitualmente utilizamos, y de los que no nos preguntamos siquiera su procedencia.

Teniendo en cuenta que siempre se cae en la tentación de generar nuevos criterios, y adjudicar a los trans-saturninos nuevas regencias y también exaltaciones, sería interesante que no se generen al azar o por capricho, sino que se trate de buscar una regla en la que, además de la justificación interpretativa de esas posibles exaltaciones, se cumpla con un criterio coherente que acompañe los procedimientos aquí señalados.